SEVILLA COFRADIERA..

lunes, 30 de marzo de 2009

PREGON DEL COSTALERO PARTE I, DAVID RODRIGUEZ JIMENEZ MURIEL.








ASÍ SE PRESENTABA ESTE PREGÓN, EVOCANDO AL MAESTRO ANTONIO SANCHEZ OSUNA.






-Vaya día de calores.

-Si es que julio es traicionero.

-Cuénteme a mí. Si le digo...
...me falta el aire y no puedo
andar por estos pasillos.
¿Y dónde estoy? Por cierto.

-Ande, pase y me disculpe
que ahora mismo me presento.
Llevo ya aquí dos mil años
trabajando de portero.

[] Bienvenido, como en casa.
Aguarde sólo un momento.
Ya está. Sí, dígame:
¿cuál es su nombre completo?

-Antonio Sánchez Osuna.
Para servirlo, San Pedro.

-¡Pues sí que se ha dado prisa!
No encuentro yo un nombre así.

-No se preocupe y compruebe
si estoy por Antoñín.

-¡Hombre, claro; así me cuadra!
Usted es Antoñín, maestro
de las andas, las cuadrillas,
las chicotás, los esfuerzos.

Viene de San Juan de Dios.
Pase, pase, que le enseño
el que ya va a ser su hogar,
lugar de descanso eterno.

[] Deje aquí mismo sus cosas;
yo le ayudo, caballero.
La foto de su Greñúa,
todas las placas y premios,
aquel diploma enmarcado
que le dio el Ayuntamiento,
y la “Cañilla de Plata”.
Cuanto le dieron los Medios.

-Todo eso está muy bien.
A mí, me faltan mis nietos,
me falta el Cristo de piedra,
la espadaña del Convento
donde estuviera mi Virgen;
una corbata de estreno
de un mayo de dos mil siete...
¡Qué todavía me acuerdo!

Dos millares de cohetes
formaron tamaño estruendo
mientras un Coro cantaba.
Yo lloraba de contento,
y le doy gracias a Dios
por vivir aquel momento.

¡Si hubiera visto qué día!
Al lado del Evangelio
el palio de mi Señora
embebía hasta el crucero
de esa enorme Catedral
donde con oro ciñeron
las sienes de la mocita
más hermosa y más bonita
que me dio tanto. Yo quiero
comprobar si su carita
es igual. La del Realejo
me hizo un hombre, un buen cristiano
y logró todos mis sueños.

Maestro, no se preocupe
que se cumple su deseo.

-Antoñín, sé bienvenido
que ya estás aquí en mi feudo.

-Ay por Dios, Madre, si tienes
las hechuras y los gestos
de mi Virgen. ¡Qué contento
que viéndote cara a cara
valió la pena el esfuerzo
que en la vida los cofrades
tantas veces hemos hecho!

-¡Cómo que si mereció la pena!
No lo dudes, por supuesto.
Y después de lo vivido
te hago un encargo. Espero
que lo aceptes porque quiero
de este Edén yo nombrarte
mi capataz. ¿Estás de acuerdo?

-María, claro que sí.
¿Qué cosas por ti no he hecho?
¿Qué coja otra vez un paso?
¿Dónde busco costaleros?

-Aquí mismo, que te aguardan
los que más prisa tuvieron
por estar en tu cuadrilla
y aprender tu magisterio.

-Ah, pues manos a la obra.
Decidme, con quien cuento.

-Conmigo, soy Mario Girón.
Yo puedo ser su patero.

-Yo también, Javier Tortosa,
que le fijaré el costero.

-Miguel Balao, Antoñín
de la Cena hasta los tuétanos.

-Antonio Cuevas el Piki
que soy cofrade y flamenco.

-¿Usted se acuerda de mí
que yo fui su costalero
en el paso de la Alhambra?

-Hombre, Antonio, qué me alegro.
Si tú eres el de la cruz;
encargado que el madero
de plata de la Señora
no golpeara el testero
de la “Puerta la Justicia”.
Qué de trabajos aquellos.

-Don Antonio, yo también
quiero ser su costalero.

-Pero niño, ¿tú quién eres?
tan joven como te encuentro.

-Yo soy Juan Manuel Carozo
y yo en la Paz con Alberto
escuché que me contaba
que fue el más grande y honesto.

-Pues nada que tengo ya
los mejores costaleros.
¿Se ha dado cuenta qué fácil
Santo Señor San Pedro?

-Y tanto, ya solamente
queda iniciar el cortejo.
De nuevo sea bienvenido
que ya se encuentra en el Cielo.

-Se ha debido confundir.
Es normal. Si yo le entiendo.

-¿Cómo dice, don Antonio
que no alcanzo a comprenderlo?

-Pues que eso no puede ser.
Si yo soy del Realejo;
de modo que entienda usted
que del cielo, es donde vengo

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