UN POQUITO MAS DE LA PRESENTACIÓN DEL BLOG DE LOS PROFESIONALES, DISFRUTEMOS AHORA CON LA ORATORIA DEL AGÜELO.
Costalero, curiosa palabra ésta que a muchos nos agudiza los sentidos, heredero del mítico atlante que sobre sus hombros cargara el peso del mundo y de sus faltas, y que hoy se limita a hacer que su Cristo flote sobre un mar de cabezas extasiadas, y se da por satisfecho cuando su Virgen le devuelve una sonrisa, en el instante en que, con su ropa enrollada ya después del trabajo, se queda mirándola, y le dedica su oración agradecida por haberlo elegido a él para llevarla, por permitirle sentir, tan de cerca, el aliento de esa mirada por la que sueña y que es el orgullo del costal que la pasea.

Costalero, columna sobre la que se asienta el peso de las cofradías, pilar maestro, artífice de esa labor callada y bella, que se da por cumplida cuando se ve entre los respiraderos, cómo la gente se emociona al verla, bendito sea el trabajo de esta semana, tan especial como su rostro tras el balcón de la candelería, tan distinta como el sonido de cada varal en su juego permanente con las caídas del palio, tan alegre como los sones de la marcha, tan reflexiva como la mirada del nazareno refugiado en su capillo, tan patética como el semblante del crucificado, y tan triste y apagada como el silencio, con eco de campana tañendo a muerte en san Antón, y sólo roto por el racheo del costalero, y el murmullo de una conversación sobre palio renacentista, sabor a rosco de anís y pestiños de clarisas, Consolación de infinita hermosura...

...qué puedo escribirte aquí
que no sepas, Madre Mía,
si no pasa un solo día
sin que yo no hable de Ti;
si desde que te descubrí
hace quince Lunes Santos
no lloro por otro llanto,
ni otra existe para mí...
¿y piensas que en este atril
no te diré lo que siento?,
pues por Ti bebo los vientos
desde esa tarde de Abril.”
Observar al hombre del cartel, empujando hacia arriba y andando de frente, aparece en éste, representado magistralmente por el autor, actuando en la vida como en el palo, imbuyéndose de fuerzas desconocidas cuando el alma le grita eso de...”vamos a crecernos”, llenándose a cada tramo de la estación de renovado sentimiento que, en mi caso, es equivalente a llenarse de esperanza, y Esperanza, es una niña que vive en santa Ana, reflejo verde de palio en los espejos de mi alma, “salpicaíta” su cara risueña de lágrimas, que llena de verde la ciudad cuando se asoma a su Plaza Nueva, haciendo brotar de los labios las palabras del poeta:

“Señora de verde palio,
gracia de Granada en flor,
que va meciendo de amor
a esa Esperanza bonita,
que lo mismo es “doncellita”
que Madre del Salvador”.
Pero no sólo la Esperanza es sentimiento, que ese mismo día, compite en belleza con Ella una mujer de mejillas sonrosadas que manifiesta su realeza nombrándose Reyes, sevillanía en su título, aunque no puede ser más “granaína”...y no puede serlo más, porque se peina a diario en un tocador que mira a la Alhambra, porque su calle, llenos de geranios sus balcones, saca piropos “granaínos” en los labios de sus vecinos del barrio, historia viva de Granada, vergel de la ciudad que se desprende de una de sus flores, la que más perfuma, joya de nuestra imaginería, para llevarla a su centro histórico, cuesta del Chapiz abajo, Decana de las decanas, impartiendo doloroso magisterio con el sol de la tarde en su cara, como buscando la luz mágica de su propia razón de ser que diría el pregonero,...no cabe más purismo en sus facciones, ¡no puede ser más ”granaína”!, igual que el cielo que la cobija o las monjas que la custodian, lo mismo que su cuadrilla, aunque algunos haya de adopción entre sus filas, para aportar su trabajo, a compás de marcha lenta y fúnebre, y llevar a esta Virgen, camino de su Amargura,...la misma Amargura, que detrás de un Olivo majestuoso, destila perfume de rosas, desde ese altar que es su paso de palio, de cobre en el monte, y con manto de adoratrices en el Genil...palio de mecidas suaves, como la mirada del Rescate, que tantos momentos familiares comparte conmigo, antesala de la Gloria, origen trinitario del Lunes Santo,...esa Gloria que nos reúne en Mayo bajo sus andas alhambreñas, Auxilio de estos cofrades cuando ansiamos parihuelas, y más gloria tiene aún, esa mañana de Jueves, reluciente más que el sol, de paseíllo sacramental para una “chicotá” de arte con cuadrillas de toreros, pues toreros y no otra cosa, son los que atraviesan nuestras puertas, para sacar a la Virgen, con rodilla y cuerpo al suelo, sublime rostro de Madre, lamento de los lamentos,...y tras un palio flamenco, todo permanece quedo, que apaga la luz del mundo, con su salida, el Silencio; Misericordia lo llaman, señor de los mil tormentos,...ya está en la calle, lo anuncia un tambor lastimero, que con cansino sonar nos dice que viene muerto, a tu paso, una oración por aquellos que existieron, la que fuera madre, abuela, y esposa de un artillero...

El costalero sigue con la nuca apoyada en el palo, que cuánto más pica más hay que “morderle”, pensando quizá en que va dejando atrás una semana más de su vida; que es más viejo, porque aunque no cumpla años, cumple Semanas Santas, ya su ilusión de hombre, el cuerpo la desbarata, y no aguanta tanto el peso que antaño ni le pesaba...ya cuenta primaveras que le van partiendo el alma, consciente de que las fuerzas van menguando, y se le acaban, y que pronto llegará la terrible madrugada, en que arropará a sus hijos, sin poder ir a encerrarla...No lo dudéis, la nostalgia del costalero es algo inherente a él, y le acompaña desde el mismo día en que inicia la “corría”, pues va pensando en que se le irá de las manos sin haberse dado cuenta, y cuando quiera acordarse, estará en santo Domingo, con su campanita de barro de toda la vida, la misma que sus padres le compraran siendo crío, para dársela a sus hijos, símbolo de la felicidad del domingo de Resurrección, donde coinciden los granaínos de rancio abolengo, para disfrutar de esa savia nueva, ilusionada y apasionada, que en la cruz de Mayo estrenara fe y costales por los caminos de Fígares,...la savia de esos pequeños, que ahora quizá no entiendan de estilos, de cambios, izquierdos y costeros, pero sí saben que serán, Dios mediante, costaleros como sus padres, para continuar esa bellísima tradición que nos invita, cada cuaresma, a vivirla plenamente. Porque sin ella nuestra vida sería distinta. Sin ese “gusanillo” del palo, sin la ilusión de la Cuaresma, sin las vísperas, sin los montajes y retranqueos, sin los tríduos, quinarios y besamanos, sin los ensayos, nuestra vida cobraría otro significado, otro rumbo la marcaría, pero ya no sentiríamos la alegría de salir de relevo y ver a la familia, ya no habría paseíllo orgulloso camino del templo, no se lograría el milagro de ver bajo la visera del costal, ni se viviría como nuevo el ritual de hacerse la ropa, no esbozaríamos una sonrisa cuando Roma saliese en los diarios, no veríamos la cara de emoción de la gente cuando el Mayor Dolor doblase cualquier esquina, con sus setenta corazones bramando al Cielo el orgullo de portarla, a las órdenes de los amigos de verdad, ni reviraríamos para que el Despojado saludase a su “vecinita” de Dubé, no escucharíamos la banda cuando el olivo se adentrase en Santiago, ni nos abrazaríamos con nuestra gente tras la última “arriá”; nuestras novias y esposas no vibrarían igual ante la Virgen de nuestros anhelos, ni tendríamos los cajones llenos de ropas y sudaderas de hermandades, no besaríamos la medalla al colgárnosla del cuello, ni el arroz con leche sabría igual si no lo tomáramos con nuestro hermano la madrugá del Viernes Santo, no iríamos a ver a nuestra otra hermana vestida de mantilla, acompañando a la Soledad por las calles del realejo, ni habría posibilidad de que tres miembros de una familia, se buscaran con la mirada para desearse buena estación, antes de pasear la muerte de Cristo uno, y el dolor de su Madre los otros dos, cada tarde de Lunes Santo, no habría razón para hacer un “blog de los profesionales”, ni yo estaría aquí intentando presentar su cartel; pero sobre todo, no se nos pondría el vello de punta al volver a escuchar las palabras del que escribiera:

“de la tropa costalera
general de división;
eres como un faraón
con tocado de arpillera:
rey de la trabajadera,
portador de un Dios que Expira,
de un Pilatos que le admira,
de un sayón que abofetea,
de una Madre, niña hebrea,
que solloza y que suspira.
Y cuando, pidiendo guerra,
aúpas a la Señora,
eres hombre, en buena hora,
ángel con pies en la tierra.
¡A ésta es!...el grito encierra
la profunda teología,
la mínima letanía
que inventó no sé que loco,
para que poquito a poco,
anden Jesús y María.
Oro de sin par pureza
tu gran majestad pregona,
el oro de la corona
que corona tu cabeza,
y afirmando tu realeza
desde costero a costero
la madera del madero
es armiño de tu manto,
Dios bendiga tu quebranto,
Dios te guarde...Costalero!!.
He dicho.
P.D.: VIVA MI AGÜELITO, PREGONERO !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! QUE ARTE MAS GRANDE TIENES DEBAJO Y DELANTE DE UN ATRIL, CON TU MALAFOLLÁ CARACTERÍSTICA EN AMBOS SITIOS, SE TE QUIERE AGÜELO!!!!!