SEVILLA COFRADIERA..

miércoles, 25 de noviembre de 2009



OTROS TIEMPOS... OTRA SEMANA SANTA ¿MEJOR O PEOR?

YA VA LLEGANDO… AL CALOR DE MI RECUERDO


La mirada certera, el juicio justo, la vieja escuela de su padre –aquel otro Rafael que volviera del revés el mundo de los capataces legendarios- el saber estar… la elegancia de un señor (aquel pequeño pañuelito blanco asomando pulcro por el bolsillo de la chaqueta negra), la voz justa y templada, el gesto contenido… ¡y el saber! Cuánto saber se encierra en esta imagen que captó Serrano con mirada de lince...


La aguda mirada de Rafael arriba, pendiente de los puñales de la ojiva y del varal que lo roza; el guardia civil también… y el público, todos miran arriba: a la filigrana que –terciopelo, piedra y plata- Rafael va bordando con mano alzada al calor de la tarde en San Esteban, seguro de que por abajo no hay problema (confianza ciega en sus hombres; si, "en SUS hombres")... de que el lío está arriba; todos menos ese Policía Armada -barbuquejo al mentón- y ese viejo costalero, que no costalero viejo (estos si que eran abuelos) que sabe donde está la leña, que conoce el sufrimiento que en ese preciso momento se masca debajo de la parihuela, las rodillas cercanas a la cara y los zancos lamiando las viejas losas de Tarifa… trabajo hacia fuera y trabajo hacia dentro; el capataz para el público y el costalero pendiente de sus compañeros; sabe por experiencia lo que jumea el taco en los palios (¿cuántos años ya con aquellas corrías de muerte, sin relevos, sin descanso, vámonos que nos vamos que dentro de un rato me echo otra al lomo?) Es Martes Santo y ya es la tercera. Empezó el Domingo con la Amargura, Veracruz… vendrán todavía muchas más… toda la pizarra que cuelga en la calle anchalaferia en Cá Silva; él si que sabe lo que pesa todo un mundo lleno de lágrimas, un Universo de fuego, cera, terciopelo y plata… Su ropa hecha de la funda de un viejo colchón; la morcilla gruesa para aliviar la leña, la ropa baja y a su sitio y el ojo al costero…Y sin arremangarse, ni tapándose los ojos ni ná de ná… ¡esto si que era saber!




Y aquí viene otro de los grandes: Manuel Rechi. Lleva sonriente y relajado el barco de caoba y bronce de la Quinta Angustia en una mudá. Primeros días de aquella Cuaresma de los setenta de tiempo inestable, brillan los adoquines húmedos del suelo (el prioste ha tenido la precaución de echar “porcima” el plástico que salvaguarda el canasto de las inclemencias del tiempo) y hay que llegar a la Magdalena en la clarita que se ha abierto antes de que caiga otro chaparrón… son los primeros años de “los niños”: EL COMIENZO DE UN LARGO Y DOLOROSO DECLIVE Y EL NACIMIENTO DE "OTRA COSA" (véase la ropa del relevo del costalero de la izquierda)











La autoría de este artículo la desconozco, solo decir que el bueno de David Puche me lo ha mandado por correo electrónico. En cuanto sepa su autor os lo comento.








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